lunes, 22 de septiembre de 2014

primavera (23 de 30)



querida primavera:

llegaste en el momento justo. te habían anunciado los colibríes que vienen a comer y bailar en los picos de tucán del jardín de karla y marcos. cuando los escuché y luego los vi, una vaga añoranza se apoderó de mi sueño. el azul intenso de esa mariposa roja y amarilla que se cruzó en el sendero - donde minutos antes el hada negra de la noche me había recordado: "atrás dejaste el invierno de una infancia abundante en planes, deja que el calor de lo incierto sea el que mece la cuna de tu juventud..." -, aquel azul que conservaba su intensidad en el amarillo y colorado de un vuelo orgulloso y lleno de despreocupada ligereza, quiso advertirme acerca del calvario de saberme oriunda de los calores más refrigerantes y de los fríos más bochornosos.

llegaste, primavera, aunque aquí en itacaré tu llegada no se reciba con pompas - es que pasas algo desapercibida cuando todo el año las personas pueden bañarse en tu océano de esmeraldas. 

eres diferente en el mar. la montaña tiene otras gracias para tí. estoy perdida, y no sé dónde hallar tus flores. por eso pido al colibrí hermano de la mariposa, el colibrí azulmente colorado e intenso: "fala para mim, colibrí. muestrame dónde encuentras los néctares de tus estaciones."

primavera querida, sé que puedes sentirte decepcionada de llegar y encontrarme así, aún sin florecer. la lluvia que dejaste caer, esa lluvia de noche solitaria, sé que fue tu ofrenda, tu voto de confianza. la dejaste caer, y en ese caer tu voz se levantaba, escondida: "siempre estaré llegando, y las tuyas, como las de las orquídeas o el bambú, son semillas que demoran más de una temporada en brotar. ten paciencia, jali de los vientos. tu primavera llegará también."

así me hablabas escondida en la lluvia, y sabiendo que llegas también para otros a través de mí, sentí alivio. cerré entonces los ojos; los abrí hacia dentro. el diamante de luz no tardó en hacerse ver. la sutileza de un cuerpo despojado de materia instaló la liviandad como medio de transporte en un espacio abierto pecho adentro. y allí me vi, en posición de loto al borde de un estanque, que después río, lago, estero, océano. y allí, sobre el agua, mi alma, encendida por los colores que el movimiento de las aguas le imprimían.

primavera, yo sé que tú soplabas para que ellas se movieran! yo sé que viniste para abrir los ojos de las almas. y sabes qué es lo más curioso? que al final del reflejo, al fondo del estanque, pude ver las raíces. la luz de mi diamante recorría el cablerío de canales, y se expandía hacia abajo, enredándose con otras luces que irradiaban en las profundidades. entonces comprendí que florecer es una acción comunitaria - además de ser un acto de amor.

tu lluvia, primavera, inunda mi presente sosegado, llega a los caminos muertos y secos del pasado, alcanza los médanos vírgenes hacia donde se extienden mis raíces de luz.

qué más decirte, primavera. he interrumpido la escritura de esta carta por perderme en el frondoso paisaje que atraviesan las rutas que me llevan hacia un reencuentro con el sol. por eso decido despedirme, sólo por hoy, con este pensamiento que me ha asaltado sin motivo: primavera, aprovecharé tu llegada para reinventarme. cambiaré mi modo de hablar y de sonreir. mudaré mis ropas y mi modo de hacer planes. romperé mis espejos y sólo me observaré en reflejos de agua. 

y te dedico también esta canción sin sentido.

una misión estancada
entre aguas de indecisión
una canción escondida 
en los pliegues de un camisón
una semilla germina 
en las alas de un gorrión
una chicharra rechina
muerta de calor

y llora sumasa
su alma está en el portal
su aullido felino
despierta este caminar
cantando las letras de un sueño
que nunca se deja de soñar

son nuevos sonidos 
que atraen la inspiración
despiertan sentidos
en la imaginación
y una tortuga de palma
blando su fuerte caparazón
protege los talismanes
que son mi protección  

y llora sumasa
su alma está en el portal
su aullido felino
despierta este caminar
cantando las letras de un sueño
que nunca se deja de soñar

con amor,

j.


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