martes, 26 de agosto de 2014

tabú (ejercicio norte de papel ((17 de 30))



Puede haber sido ese primer viaje en avión a los 20 días de haber nacido. Incluso unos meses antes de eso, el viaje por tierra en la panza de mamá. Empecé a moverme tanto que tuvieron que pegar la vuelta y yo tuve que sacarme las ganas de llegar a Nueva Orleans 34 años después. Es muy difícil para mí separar los viajes con la familia de la fantasía de la vida nómade, porque de alguna manera así me crié, viviendo 2 años en una ciudad, 2 años en otra, planeando entre todos las rutas que recorreríamos cuando ganáramos ese motor home del sorteo. Cuando a mis 16 años hacía ya tres que vivía en Buenos Aires, tuve un período en que despertaba o llegaba a casa del colegio con el impulso de vaciar mi cuarto y volver a mudarme. Empezar de nuevo en otro lado. No echar raíces.

Si pienso en los orígenes de mi manera particular de soñarme viajando, más allá del modo familiar, me remonto a aquel verano de mis 7 o 6 años en que fui al circo que todos los años visitaba Mar del Plata. Papá, siempre repartiendo información exótica, nos contó cómo vivían los artistas de circo: constantemente viajando de ciudad en ciudad, vivían en casas rodantes, en vagones de tren o trailers que se enganchaban para iniciar la travesía y se desmontaban al llegar a destino, para armar esa pequeña aldea al otro lado de la Gran Carpa Circular donde sucedía la magia. Amé y alimenté tanto las historias que imaginé sucedían en esa vida itinerante como la fantasía de convertirme algún día en trapecista. Mi madre quiso disuadirme en seguida: viviendo así no podés tener una familia, no es una vida para vos. Pero yo ya sabía que la mecha estaba encendida, y aunque me costó casi treinta años tomar el trapecio por las astas, un día arranqué. A los tumbos, impulsivamente, sola. Y así, explorando el mapa en busca de mi primer destino encontré esa ciudad que me atrajo como una flor amarilla a una abeja de otoño: Incesto.

En Incesto ocurre un fenómeno muy particular: nadie sale a la calle, porque todo lo que necesitan lo tienen puertas adentro. Así, todas las casas están provistas de una huerta y una cabra o vaca, un generador eléctrico solar, un pozo de agua potable, un baño seco, una biblioteca, un hogar o estufa a leña para calentar y cocinar, ventanas bien grandes. Nadie tiene vicios, por eso no necesitan salir a comprar tabaco, o drogas, o alcohol, o dulces. Todo es muy ordenado en las vidas de estos habitantes, y todo queda en la familia. Así, los aprendizajes son muchísimo más valiosos. Los habitantes de Incesto están convencidos de que nadie mejor que una madre o una hermana para iniciar sexualmente a un niño. La preparación ocurre desde el momento en que nacen. Eso permite que se revele también la tendencia hetero, homo, bi o poli sexual de la criatura. Durante mi estadía en Incesto, conocí a Dioniso Ofilo, de 25 años, que vive en el predio Dos Hermanos. Él tuvo su etapa de transvestismo a los 4 años; se reveló poligamo a los 6, durmiendo con su hermana, su madre y su tío al mismo tiempo (lo que también revela la tendencia poli de los otros participantes del hecho); a los 10 ya estaba enamorado de su primo y a los 14 entendió que el amor y el sexo no son la misma cosa. En cambio, Sila Preta, del barrio Sagrada Familia, eligió a su padre al nacer, y sólo él fue el depositario y dador de amor cariñoso, sexual y paternal durante toda su vida, hasta sus 45 años de hoy.

Sin embargo, nada es como parece. Hay almas rebeldes, ambiciosas, sensibles, silenciosas, escondidas en este pueblo. Algunos saben - porque en algún libro lo leyeron - que hay piedras bellísimas en ciertos lugares de la tierra y por eso Jacinto Silva ha estado cavando un pozo debajo de su cama durante los últimos 10 años, siguiendo mapas subterráneos elaborados por él mismo, para llegar hasta el lugar donde descansan las amatistas y los topacios. Otros, como Rancia Puleta, se escapan por las noches para revisar los restos de comida de otras casas, porque el aroma desconocido que se huele en lo del vecino a la hora de la cena ha despertado en ellos una curiosidad obscena. Por último, están los que se aburren de confirmar su patriotismo incestino en los genitales de sus sobrinas, y escapan para siempre a un monasterio budista o a los confines de la tierra, o simplemente al primer pueblo donde las cosas sucedan puertas para afuera y desprolijamente.

sábado, 23 de agosto de 2014

colectivos (16 de 30)

Pared en Paraty


intuición: nuestro masculino y femenino en abierta y madura comunicación.
también podría así definirse a la madurez?

este blog es como mis diarios, mis cuadernos. desordenado, no tiene una temática que lo atraviese más que (ni más ni menos que) mi propia vida. hay muchas veces en que pienso "cómo me gustaría escribir un libro sobre aquellos viajes, o un libro sobre creatividad, o sobre la mujer lunar que sueña y viaja, o editar un mini-libro artesanal de poesías y collage", ese tipo de cosas pienso. pero después: la dispersión. una persona tan dispersa como yo: podrá algún día lograr un objetivo así? un día viajé por diez meses, y cuando volví, grabé un disco de seis temas. un disco para batallar la calle, un disco que me acompañe al momento de pasar la gorra: un disco sin grandes pretensiones.
y así voy por la vida, aprendiendo a no tener grandes pretensiones. más vale pájaro en mano: cuando aprendí ese dicho era bien pequeña, y me costó entenderlo. por qué alguien querría alguien tener un pájaro en la mano antes que ver una bandada de cien surcando los aires en forma de v (de victoria) hacia un atardecer enronquecido de mañanas?
entonces mi lado izquierdo le habló al derecho: la constancia te permitirá ver a esos cien pájaros volando en la palma de tu mano.
¿lo qué?
si quiero escribir un libro, tengo que superar el estilo de las páginas de la mañana.
si quiero escribir un libro, puedo compilar las mejores páginas de la mañana, ponerle título y dedicatoria, una tapa de cartón y un embalaje de bolsa de lentejas uruguayas.
tal vez lo primero sea conversar con la censura interna, o con la stanima en la escritura, tener una conversación con el chi o con el hara, ese sería un buen primer paso.
pero no estoy escribiendo un libro. o tal vez sí. escribo un libro en mi cabeza todos los días.


escribiría sobre la bocina del tren de juiz de fora, que suena armonizando extrañamente con la música que escucho. ese tren de más de 50 vagones de carga minera, que es el único que circula. los trenes de pasajeros en brasil se fueron con la llegada de la privatización. en qué mente entra la idea de privar al pueblo de viajar en tren? en una mente aburrida, bien aburrida. pero hoy no estoy enojada ni con la ciudad, ni conmigo, entonces no voy a decir cosas como que acá no se puede volar o que las personas no sonríen. al contrario, hoy estoy contenta y digo cosas como que el tren que pasa y mi música se unen y todo suena a recuerdos de los sueños que no estoy recordando. "mi niño es libre en mi regazo"canta mar y el río paraibuna le susurra a las vías del tren: "vamos a soñar juntos, soñemos que soy las voces de los niños en los trenes que ya no te recorren, imaginemos las historias que cuentan los conductores en los cambios de estación, creemos un recorrido para que las mujeres enamoradas puedan viajar hacia los brazos de sus sueños, soñemos, soñemos".

joão llega de la escuela antes que sophia, porque sophia está haciendo un berrinche bárbaro y deca está atajándola. joão y yo tenemos los ojos del mismo color, dice deca. son del color del mar. los tuyos también, pero de otro mar, le digo. nosotros, mar caribe. ella, mar de ilha grande, mar color vegetación, mar de mares, y joão no conoce el mar. si tuviera que escribir ahora un libro, escribiría sobre el viaje de joão al mar. joão fica callado y mira los colores de los marcadores que le presté para que dibuje que el cuaderno que le regalé. el cuaderno de superman para completar con su propia historia. para ser el protagonista de la historia. como la idea de este "abrealmas": poner la imaginación al poder y a trabajar.

y mientras preparo la comida con juan sebastian para toda la familia me pregunto demasiadas cosas acerca de la vida y de los libros que escribiría pero sobre todo del libro que estoy escribiendo hoy, me pregunto a qué familia pertenezco, qué es una comunidad, qué es un colectivo.

y me pregunto, después de un rato de preguntarme cosas, qué hago preguntando tanto en vez de respirando, o cantando, por ejemplo. o bailando. los talleres que propongo tienen todo eso. bailar, cantar, actuar, respirar, escribir, hacer listas. hacer todo lo que necesitamos para sentirnos libres e inspirados, deshinibidos y alentados a imaginar cualquier realidad por loca descocada y con las patas para arriba que sea.

pienso que podría ofrecer abrealmas como un servicio más exclusivo, una sesión individual de deshinibición creativa. eso sería coaching? siempre me llamó la atención el coaching. cuando visitaba a mer y ver en san isidro y siempre pasaba por la puerta de ese instituto y pensaba en tal vez entrar y averiguar... pero eso es escarbar en el pasado, como sería recordar todas las veces que ni siquiera me permití entender mis propios sueños, acreditarlos, darles veracidad, darles cabida.

pero este texto ya quedó reposando toda la noche. y como no es un libro, y no tiene pretensiones, le doy click a publicar, y lo que quedó en el tintero formará parte de la entrada "colectivos, parte 2".


sábado, 16 de agosto de 2014

sonreir en rio (15 de 30)


Hoy he visto a un hombre sonreir en el barrio de la Lapa. Su sonrisa tenía el sonido ajetreado de la Rua Riachuelo, y los dientes, que asomaban entre los labios gruesos como los edificios del centro, eran los arcos blanquísimos que dan entrada al barrio.  

A primera vista, esa sonrisa parecía vociferar: bem-vindos todos a este circo volador! Yo temblé ante ese grito callado. Miré hacia arriba y sólo vi cables de electricidad estrangulando bloques alados que surcan los cielos en busca de un vestigio del futuro. Vuelvo mi mirada de nuevo hacia la sonrisa. La comisura se mueve hacia el costado, se torna irónica.  Habla de nuevo, pero ahora su sonido es susurrante: si pensabas que podías volar en esta ciudad, habla con esos pájaros.

Hoy he visto a un hombre sonreir en el barrio de la Lapa. A través de su sonrisa pude oler los bares de licores, cachaça y salgados, esos tentempié grasosos que se venden en todas las esquinas de Río. Será que sonríe porque tanto alcohol y grasa ha logrado taponar, al menos por una noche, el recuerdo de su hijo, secuestrado hace un mes por la policía militar en una pelea (de borrachos) callejera? Será que olvidó que supo de su paradero cinco días más tarde, gracias a los compañeros de celda, que juntaron créditos del celular clandestino que conservan, para que él pudiera informar de su paradero? Tiemblo de nuevo al ver que su sonrisa muta y se torna sarcástica. No sería la primera ni la última vez que alguien cruza la línea, no será la primera ni la última vez que alguien se pierda en manos de la policía o de la favela.

Veo a un hombre sonreir en el barrio de la Lapa. Lo veo mientras camino haciendo equilibrio sobre el riel del tranvía histórico en reparación. El bonde de Santa Teresa, que descarriló hace un par de años y hoy está siendo reemplazado por uno moderno, a las puertas de las Olimpíadas. No creo que la sonrisa del hombre tenga que ver con el bonde. Miro con más atención: observo los movimientos de su rostro al sonreir. Algo en su nuez de Adán me habla de un llanto atorado, de una sonrisa que intenta ocultar una lágrima. Él, dejándose morir al margen del sistema. Ellos, llenándose los bolsillos con obras políticas. 


Un hombre sonríe en el barrio de la Lapa, y yo sonrío con él. Por las dudas, por si somos los últimos sonreidores. Si pudiera conservaría su sonrisa en una cápsula, y la abriría en los vagones del metro, sólo por ensayar un atentado sonrisista. Tal vez esa sonrisa esconde muchas oscuridades, pero es una sonrisa. Y una sonrisa, ya lo dijo algún gurú, es la distancia más corta entre dos seres humanos. Viajemos millas y millas, alivianemos el equipaje, hagámosnos fuertes a cada paso. Pero, por favor, la sonrisa, siempre la sonrisa.

viernes, 8 de agosto de 2014

marginal, no. alternativa. (14 de 30)



no quiero ser marginal. sí alternativa. eso le dije mientras comíamos un prato feito (arroz, feijoão, frango, porco, tomate) por 10 R$ sentados bajo una palmera en la arena de copacabana. entonces, le digo, en vez de causar un trastorno que fácilmente traiga a la policía cuando me corren por tocar en la boca del metro, pienso en repartir panfletos que denuncien el "festival internacional de músicos del metro" (auspiciado por red bull) en un metro donde tocar en los pasillos es ilegal.

me distraigo de la escritura cuando me meto en internet. dol t  me mandó un mensaje del tao por mail.  tao cuao (como se diría "tal cual" con acento carioca)

hoy, casi nos ahogamos en un dos de copas rebalsantes en copacabana. nos salvó un tercero, como aquella noche en paraty, cuando el hombre de las trenzas blancas y los anillos en la loja del sobe. hoy nuestra salvadora fue la garota de ipanema. encontramos a lu d sorpresivamente, a quien no veíamos desde marzo en la paloma, en la parada 9 de ipanema, como quien da la bocanada de aire que estaba necesitando. (sí, me ahoga estar de a dos 24 horas por día.) ella es adepta a las canciones, siempre tiene varias anotadas en su cuaderno. así que salió una merienda de cumbia del mole, yira yira, canción para despertar, la jardinera, energía positiva y femenina que me llevaron a recordar un poco quién soy.

el mantra que canta tac, que cantó ir ( y él por suerte tiene un registro sonoro de eso) encastra como piezas de madera en los anillos de laura y seba con lo que estamos tocando juan y yo con mbira y guitarra. la guitarra de tac es una applause funky country de mango de aluminio, caja de fibra de algún tipo y con el mejor sonido que yo le escuché a una viola jamás. 
    mai da agua, mai da agua, limpia meu ser de todo mal, todo o que pudiere ocurrer, todo o que pudiere acontecer
también nosotros registramos, y gustaría de compartir el audio aquí mismo, en cuanto no tenga tanto sueño. 

tac nos muestra el dvd de la gira de madonna en la que el hijo de tac, hermano de jo, fue parte del staff por ser campeón de slackline. como homenaje a esa mujer que hace 30 años hace lo que hace, que le dio trabajo al hijo menor de la familia que nos hospeda en su gira mundial, llevándolo a viajar por 40 países y dejándole plata para comprarse el terreno, el auto y guardar un ahorro, a esa mujer que me cautivó a mis 9 o 10 añitos con su true blue y su papa don't preach, después supe de into the groove y ya los videos transmitidos en el programa de los sabados "el club de maddona" fueron la demolición de mi infancia católica a golpes de pelvis y vestuarios irreverentes, en homenaje a ella, pero más bien a mí misma, o mejor dicho: a la "yo" que está entre aquella edad y esta, a partir de mañana, incorporaré like a prayer y like a virgin en mi repertorio busker, en mi llegada de verdad a las calles de rio de janeiro.

jueves, 7 de agosto de 2014

prohibirío (13 de 30)



cutucar, atingir: objetivos del arte según antonio carlos. 

en rio parece tarea difícil, esa de tocar fibras sensibles y magnéticas a través de la aparición espontánea en la calle. es una ciudad, de las enormes. es avasallante. y yo me he convertido rápidamente en una pueblerina.

a veces pienso en ponerle más teatralidad a mi número callejero. maquillaje, vestuario: habitar un personaje diferente. siempre termino decidiendo que sólo la voz, en su estado más puro y auténtico, y mi ukelele, son mis mejores atuendos. sin embargo, rio, aunque sólo sea de paso, me pide algo más: me pide demasiado esfuerzo. 

esfuerzo. 
te fuerzo.
fuerzo mi fiereza.

en el barrio de santa teresa hay una tristeza:
el tranvía histórico tuvo un accidente trágico hace dos años. entre las víctimas fatales se encuentra el mismo tranvía (o bonde, pronunciado bonchi, o bondi, con la d chasqueada). "disculpa, qué es ese dibujo?" le pregunto al hombre que viene caminando y que viste una camiseta con la misma imagen que el grafiti que estoy viendo hace una hora: un tranvía de frente, con una lágrima llorando. "para qué contarte. es una historia tan larga que mejor ni empiezo. van a sacar el tranvía histórico. pero ese accidente fue provocado. provocado por la maldita corrupción que acontece en toda latinoamérica". está triste y enojado. llora con el tranvía. él lo tomaba desde pequeño. 

el día termina con caja negativa, e intentos desesperados de equilibrar las columnas. bajo al subte. hago 2 R$. me corren a los 5 minutos. las cámaras, el panóptico: big brother.

joão después me muestra la ley 5429 del año 2012: la música en los espacios públicos en río está permitida sin necesidad de autorización previa. por eso, es bueno recordar que en la babilonia los códigos de pueblo no corren: no es necesario pedirle permiso a nadie. en el restaurante (de donde también me corren) un hombre con carro cartonero entretiene a la audiencia que él elige con su home-mobile-theatre: un plasma de media centena de pulgadas, una laptop, unos parlantes a todo volumen que reproducen la música del video, todo encastrado en su carrito recolector, propulsado a pierna de hombre. eso también es espectáculo.

el ferry, sin embargo, es un espacio privado. y cuando subo para volver a niteroi veo el cartel de prohibiciones. en segundo lugar, luchando por la cima, está la prohibición de cantar. comparte el puesto, separada por una coma, la prohibición de hacer manifestaciones religiosas. qué bajo has caído, río. has tenido que prohibir el canto. con razón los jóvenes no bailan en la fiesta funky de la plaza universitaria. prohibir el canto. a quién se le ocurre.

me voy a dormir confundida.


miércoles, 6 de agosto de 2014

ofrenda (12 de 30)

Pared en trindade. Pic by yo.

Para pasar el día en Trindade, la playa cercana a Paraty que todos recomiendan, tomamos el bus a las 8 de la mañana. Vengo despertando con la luz previa al amanecer; he descubierto hace ya tiempo que es así como me gusta empezar mis días. La noche fue llena de sueños: siempre son personas, y anoche Andrea, mi compañera musical de colonia, tenía el mismo libro que me regaló François el otro día. (Próximamente traduciré algunas secciones de ese bello ensayo sobre lo inefable)

Ya en la playa, unos pases de yoga, y en la orilla el mar reclamó su ofrenda: adiós a mi rosario de semilas de açaí. Extraña succión en el centro de mi pecho, como un vacío y la indiscutible entrega a lo poderoso que no pregunta, sólo acciona.

Las rocas gigantes dan refugio para una intimidad postergada.

Luego, caminar hacia la piscina natural: peces de colores, cangrejos, más rocas enormes, como Brasil. Rocas equilibristas, rocas precisas, rocas en círculo, rocas que avalan mi condición itinerante, rocas que nos sostienen, rocas como señales de insistencia, de que todo es posible si logramos encontrar el punto de equilibrio. El agua está fría pero me calienta el alma. Nado con los peces, me lavo de los recuerdos indelebles. Soy agua. Soy nube. 

Pero Ana Conda debe encontrar el misterio a resolver. Nada es lo que parece. Excepto la cantidad de frutas que no conocía: fruto do conde, maracuyá, papaya (o mamón como dicen acá), y tantas que quedarán por conocer en estos meses.


Hoy nos despedimos de Paraty. Río nos espera. Quedarán esas semillas desperdigadas en el mar, y tal vez una de ellas aparezca en las playas de Maceió, y tal vez otra viaje hacia el sur, y la encuentre escondida en un caracol en la Barra de Valizas. Pero ojalá sea que Yemanjá haya conservado el collar entero y lo porte en su cuello para asegurar nuestra protección y nuestra expansión en nuestra travesía por sus orillas.

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El "desafío creativo" es una adaptación de la Dinámica Creativa propuesta por MV acá. Llegué a alguien que estaba haciéndolo. Yo necesitaba una inspiración para tener constancia en la publicación de entradas, como un modo de adquirir una disciplina, una rutina, un entrenamiento de escritura. Eso, por decantación, me fue guiando hacia la búsqueda de una expresión literaria más profunda. Todo esto tiene su raíz en la voluntad de abrir cada vez más el camino hacia mi alma, hacia el lugar donde se lee en el revés de la trama. 
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domingo, 3 de agosto de 2014

crónicas desordenadas (11 de 30)

Foto: Romi Messina

3 de agosto, domingo. Paraty

"Es que no es muy importante, no es tan importante saber todo lo que pasa afuera. El conocimiento que tengo adentro, que no tiene nombre, es un todo, es un todo lleno y no necesito nada más para vivir." (maga v., día 26 de desafío creativo)

El desafío creativo es una dinámica por la cual durante 30 días seguidos hacemos que algo se repita. Pueden ser 30 fotografías, 30 entradas en tu blog, 30 recetas, 30 diseños diferentes, 30 canciones, 30 bailes (¿por qué no?), lo que más te guste. Tienes que usar tu creatividad (¡pero verás que crece conforme pasan los días!) y aprender de la constancia. Para blogueros el desafío es una buena forma de comenzar a escribir y escribir mucho. Lo puedes hacer en tu blog personal o profesional, aplicándote a temáticas específicas de las cuales quieres hablar o centrándote en sucesos de tu vida. ¡Todo vale! La consigna es: ¡escribe todo lo que puedas!


Mi única constancia en este desafío están siendo las páginas de la mañana. hace 34 días que escribo todos los días (excepto tres o cuatro días, incluyendo hoy, día amanecido sin dormir. ya son las 5 de la tarde en paraty y todavía no las escribí). empecé el desafío en mayo y ya es agosto. 90 días casi pasaron. No importa. Mi primer desafío es llegar a los 30 post en este blog. 

Estoy sin dormir, y eso genera un estado alterado de conciencia: debo aprovechar y sacar cosas en sucio. Conejos de la galera.

(Quién me lee desde Polonia? y desde Francia o Bolivia? Ah… Bolivia ha de ser Dolo, desde la quebrada, en Jujuy. Hola, Dolo! Hola bebé en panza de Dolo!)

Aquí, en Paraty, pasó el FLIP: hoy es el último día. Pero hoy no salimos a trabajar. Hoy sólo fuimos a buscar los anillos de Juan a la loja de libros antiguos de Iza y François.

Cómo conocí a Iza y François
Hace dos días salí a tocar a la tarde, a incursionar el busking (tocar a la gorra) en la calle en vez de hacer mesas en restaurantes, inspirada por Djalma, el padre de Indaiá, que sentencia: "Não gusto de fazer mesas, eu fazo música impopular, e a gente sempre pide a música que todos conhecen, eu toco o que eu quero". Tocar en las mesas me reditúa bien, y tocar parada en la calle nunca me funcionó, excepto en la boca del subte en San Francisco y Oakland, donde en dos horas juntaba 45 dólares. Ante el exceso de público, y la gran cantidad de números callejeros en las calles más transitadas del barrio histórico, decidí buscar una callecita alejada del barullo para tocar a mis anchas un rato. Ya había anochecido, así que me ubiqué debajo de un farol en la Rua da Migra y empecé con Andrés Calamaro (que me perdonen muchas personas), seguí con Amparanoia, luego con Marisa Monte. Sale de la casa una mujer, María, falando coisas bonitas de mi música. Me compra un cd, pero necesita cambio. Ahí entran en acción Iza y François, porque su negocio está justo enfrente del farol y la casa, y Maria les pide cambio. Me acerco yo también, y entablamos conversación. Ellos pertenecen a la movida "off-flip", un proyecto llamado "sobe" que incentiva la distribución de libros antiguos. Una pareja de paulistas de alrededor de 60 años que heredó una biblioteca de más de 3000 títulos y se ha puesto el objetivo de catalogar y vender parte de la colección. Charlas con sabor a papel y generosidad: su aporte a la gorra es un libro pequeñito, de bolsillo, llamado "Birds of Heaven".  Si no estuviera en este momento muerta de sueño en la litera de arriba mientras escribo, transcribiría alguna cita. Pero no sólo tengo mucha fiaca, sino también estoy guardandome para la degustación de esa miniatura delikatessen, como esa felicidad clandestina que describía Clarice Lispector. Como me estoy guardando la lectura de selva, el libro que troqué con Aline, la poeta performer - también paulista - que viste de turbante, plumas y pinturas tribales en el rostro para la venta callejera de "selva", su libro de poemas que troqué por uno de mis cuadernos. La misma felicidad que voy probando de a sorbitos con ruidito con el taller "norte de papel".

Crónicas desordenadas, notas ínfimas de cuatro días de intensa vida de arte callejero
La pareja de chilenos que se vino con atriles para niños y pinturas, y los montó en la pasarela del puerto con carteles que rezan "pode pintar" ¡da graça! (gratis, como el recital de Gal Costa el día de la inauguración, que me hizo acordar a mis tías venenosas pero otrora amadas).
El teatro negro.
El one man didjeredoo band, con cajón, raspador, cencerro, shaker, bases dance y acento de r arrastrada del interior de sao paulo.
Rodrigo, el argentino del ukelele con dos cuerdas.
Cassia, con su charango chileno y su amor a Violeta Parra.
El trío de forró bahiano, que puso a bailar a la gente todas las noches sobre la pista de piedras antiguas e irregulares.
El restaurante donde Gabrieli cantó conmigo Gracias a la Vida, y el otro donde esa familia se alborotó porque me había visto en Colonia del Sacramento en mayo.
Charles Chaplin.
La estatua metalizada con silbido parlanchín.
El arlequín gigante.
La marioneta sambera.
El micrófono abierto de poesía y la morena de cuerpo de caminos de morros recitando el poema a la cachaça al ritmo de sus curvas. La catarsis de la recitadora enojada con el mundo, la gente y los carritos de dulces. 

Y entonces, como les estaba contando, Iza y François nos ofrecieron exponer las piezas de Juan, porque viste cómo son las mujeres, siempre están buscando alguna bijou nueva, y como la venta de artesanías no está permitida - no sólo eso, es insistentemente perseguida y no hay quien escape a los sabuesos - era una buena oportunidad para que Juan no perdiera todos estos días de trabajo. La idea no fue tan buena. Derivó en derrapes de culpas echadas al caldero, ya que los anillos pasaron la noche en el local, y nosotros la noche en vela por la preocupación sin causa, además de premeditadamente evitar el camping con sus fiestas de vecinos locos por el volumen. Luego, la carpa rota igual que la confianza entre nosotros. Algo debe ser salvado, y pienso que esta vez sólo podrá interceder la poesía.
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Mañana iremos por fin a la playa de Trindade.