domingo, 3 de agosto de 2014

crónicas desordenadas (11 de 30)

Foto: Romi Messina

3 de agosto, domingo. Paraty

"Es que no es muy importante, no es tan importante saber todo lo que pasa afuera. El conocimiento que tengo adentro, que no tiene nombre, es un todo, es un todo lleno y no necesito nada más para vivir." (maga v., día 26 de desafío creativo)

El desafío creativo es una dinámica por la cual durante 30 días seguidos hacemos que algo se repita. Pueden ser 30 fotografías, 30 entradas en tu blog, 30 recetas, 30 diseños diferentes, 30 canciones, 30 bailes (¿por qué no?), lo que más te guste. Tienes que usar tu creatividad (¡pero verás que crece conforme pasan los días!) y aprender de la constancia. Para blogueros el desafío es una buena forma de comenzar a escribir y escribir mucho. Lo puedes hacer en tu blog personal o profesional, aplicándote a temáticas específicas de las cuales quieres hablar o centrándote en sucesos de tu vida. ¡Todo vale! La consigna es: ¡escribe todo lo que puedas!


Mi única constancia en este desafío están siendo las páginas de la mañana. hace 34 días que escribo todos los días (excepto tres o cuatro días, incluyendo hoy, día amanecido sin dormir. ya son las 5 de la tarde en paraty y todavía no las escribí). empecé el desafío en mayo y ya es agosto. 90 días casi pasaron. No importa. Mi primer desafío es llegar a los 30 post en este blog. 

Estoy sin dormir, y eso genera un estado alterado de conciencia: debo aprovechar y sacar cosas en sucio. Conejos de la galera.

(Quién me lee desde Polonia? y desde Francia o Bolivia? Ah… Bolivia ha de ser Dolo, desde la quebrada, en Jujuy. Hola, Dolo! Hola bebé en panza de Dolo!)

Aquí, en Paraty, pasó el FLIP: hoy es el último día. Pero hoy no salimos a trabajar. Hoy sólo fuimos a buscar los anillos de Juan a la loja de libros antiguos de Iza y François.

Cómo conocí a Iza y François
Hace dos días salí a tocar a la tarde, a incursionar el busking (tocar a la gorra) en la calle en vez de hacer mesas en restaurantes, inspirada por Djalma, el padre de Indaiá, que sentencia: "Não gusto de fazer mesas, eu fazo música impopular, e a gente sempre pide a música que todos conhecen, eu toco o que eu quero". Tocar en las mesas me reditúa bien, y tocar parada en la calle nunca me funcionó, excepto en la boca del subte en San Francisco y Oakland, donde en dos horas juntaba 45 dólares. Ante el exceso de público, y la gran cantidad de números callejeros en las calles más transitadas del barrio histórico, decidí buscar una callecita alejada del barullo para tocar a mis anchas un rato. Ya había anochecido, así que me ubiqué debajo de un farol en la Rua da Migra y empecé con Andrés Calamaro (que me perdonen muchas personas), seguí con Amparanoia, luego con Marisa Monte. Sale de la casa una mujer, María, falando coisas bonitas de mi música. Me compra un cd, pero necesita cambio. Ahí entran en acción Iza y François, porque su negocio está justo enfrente del farol y la casa, y Maria les pide cambio. Me acerco yo también, y entablamos conversación. Ellos pertenecen a la movida "off-flip", un proyecto llamado "sobe" que incentiva la distribución de libros antiguos. Una pareja de paulistas de alrededor de 60 años que heredó una biblioteca de más de 3000 títulos y se ha puesto el objetivo de catalogar y vender parte de la colección. Charlas con sabor a papel y generosidad: su aporte a la gorra es un libro pequeñito, de bolsillo, llamado "Birds of Heaven".  Si no estuviera en este momento muerta de sueño en la litera de arriba mientras escribo, transcribiría alguna cita. Pero no sólo tengo mucha fiaca, sino también estoy guardandome para la degustación de esa miniatura delikatessen, como esa felicidad clandestina que describía Clarice Lispector. Como me estoy guardando la lectura de selva, el libro que troqué con Aline, la poeta performer - también paulista - que viste de turbante, plumas y pinturas tribales en el rostro para la venta callejera de "selva", su libro de poemas que troqué por uno de mis cuadernos. La misma felicidad que voy probando de a sorbitos con ruidito con el taller "norte de papel".

Crónicas desordenadas, notas ínfimas de cuatro días de intensa vida de arte callejero
La pareja de chilenos que se vino con atriles para niños y pinturas, y los montó en la pasarela del puerto con carteles que rezan "pode pintar" ¡da graça! (gratis, como el recital de Gal Costa el día de la inauguración, que me hizo acordar a mis tías venenosas pero otrora amadas).
El teatro negro.
El one man didjeredoo band, con cajón, raspador, cencerro, shaker, bases dance y acento de r arrastrada del interior de sao paulo.
Rodrigo, el argentino del ukelele con dos cuerdas.
Cassia, con su charango chileno y su amor a Violeta Parra.
El trío de forró bahiano, que puso a bailar a la gente todas las noches sobre la pista de piedras antiguas e irregulares.
El restaurante donde Gabrieli cantó conmigo Gracias a la Vida, y el otro donde esa familia se alborotó porque me había visto en Colonia del Sacramento en mayo.
Charles Chaplin.
La estatua metalizada con silbido parlanchín.
El arlequín gigante.
La marioneta sambera.
El micrófono abierto de poesía y la morena de cuerpo de caminos de morros recitando el poema a la cachaça al ritmo de sus curvas. La catarsis de la recitadora enojada con el mundo, la gente y los carritos de dulces. 

Y entonces, como les estaba contando, Iza y François nos ofrecieron exponer las piezas de Juan, porque viste cómo son las mujeres, siempre están buscando alguna bijou nueva, y como la venta de artesanías no está permitida - no sólo eso, es insistentemente perseguida y no hay quien escape a los sabuesos - era una buena oportunidad para que Juan no perdiera todos estos días de trabajo. La idea no fue tan buena. Derivó en derrapes de culpas echadas al caldero, ya que los anillos pasaron la noche en el local, y nosotros la noche en vela por la preocupación sin causa, además de premeditadamente evitar el camping con sus fiestas de vecinos locos por el volumen. Luego, la carpa rota igual que la confianza entre nosotros. Algo debe ser salvado, y pienso que esta vez sólo podrá interceder la poesía.
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Mañana iremos por fin a la playa de Trindade.

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