viernes, 23 de mayo de 2014

limones (3 de 30)


Presente
amaneceres rojos
casa con polvo
partirse la boca en cada comida
bosques, hongos, 
lago que era cantera.
Presente
nadando en juventud
"me cargo el sol en la espalda
y el mundo se torna amarillo"
y el mundo no es mío,
soy del mundo.
Presente 
de tan detenido

se mueve sin cansancio


Cuarto día en Colonia. Pensaba que a esta altura ya estaríamos encaminados hacia la frontera con Brasil, pero ya lo dije cada vez que me preguntaron nuestros planes: la vida tiene más imaginación que uno mismo. El plan más inmediato era / es llegar al noreste de Brasil antes de que empiece el Mundial de Fóbal.  Antes de eso, antes de hacer ninguna predicción de fechas y de resultados (y el fútbol no es lo que nos mueve), hay que pasar por el Chuy, ciudad frontera, a tramitar mi visa. Es que sí,  por más porteña que me haya criado, por más ciudadana del mundo en la que pretenda convertirme, los papeles en las fronteras son los alfileres que pinchan el globo de la deseada globalidad. Ya me pasó cuando quise cruzar a Bolivia, confiada en que mi cédula de Mercosur me abriría las puertas de las fronteras como vecina bienvenida. Más que frontera, me encontré con un frontón. Fueron mis 10 horas en No Man's Land, burocráticamente hablando. Estábamos en la frontera La Quiaca - Villazón. Me dieron salida de Argentina, mas los bolivianos, al ver mi documento, me expresaron con claridad y sentimiento de justicia: "SU país necesita visa y pasaporte para entrar en MI país." Entonces, si acabo de salir, pero no me dejas entrar, ¿en dónde estoy? Nunca había sentido algo así. Excepto tal vez con alguna de esas historias de amor que se terminan pero no, estás ahí sin dar entrada ni salida, y te sentís más desorientada que Cantinflas en una de David Lynch. 

Cuestión que en ese momento yo pensaba terminar en Ecuador, pero reboté como pelota de goma y fui a parar a Salta, después a Misiones y ahora acá estoy, en Uruguay, planeando ir a Brasil, pero esta vez con la previsión de saber que sí o sí necesito una visa para entrar. Mi amiga Reneé, que también es norteamericana y está casada con un uruguayo, y ella me pasó el dato cierto: en el Chuy el trámite de la visa es muy sencillo y rápido, y no sólo eso, parece ser que por ser el Mundial del Fuchibol hay facilidades extras para los que están en mi condición. Pero hasta no saberlo, hasta no estar ahí, no puedo adelantarme. El plan era que antes del fin de semana ya lo habríamos averiguado. Pero los planes cambian.  

Es la época de cosecha de limones, y Naty y Miguel, nuestros amigos que nos están alojando en la casa que construyeron con sus propias manos, madera, barro, adobe, y las manos de varios amigos, están esperando la respuesta del zafrero. El mal tiempo retrasó la maduración de los limones, pero sería inminente el comienzo de la actividad. Es buena la plata que se puede hacer cosechando fruta de estación. Y viene siempre bien al viajero y la viajera trashumantes trabajar poniendo todo el cuerpo que sea necesario, para acumular una pequeña fortuna que permita avanzar más kilómetros de un tirón. En este caso, está también en juego la posibilidad de adquirir un pedazo de tierra para construir y tener un "lugar al que volver". Todavía no está claro si queremos esa responsabilidad.

Por ahora, en este hogar momentáneo, esta casa de la que ya nos fuimos y a la que volvimos, me permite ver el amanecer en el campo todos los días sin salir de la cama. Es la última casa del barrio, y más allá del barrio, están las vacas y su zona de pastoreo. Y un monte arbolado más allá y otro más allá todavía. El horizonte es extensísimo. Como el presente. Un presente que me lleva a bosques con colchones de pinocha, cama de cultivo natural de hongos exquisitos; a aprender cuáles son los que se comen (si les levantás la falda, esconden faldas internas bien naranjas, al estilo de las bailarinas de cancán), que esta es la época en que crecen; a confirmar que son bien bellos, sean o no comestibles. También me lleva a conocer una cantera que se pinchó y se transformó en un lago-estanque que es una réplica del paraíso. 


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